¡GOLPE BRICS! Estados Unidos ha sufrido una pérdida monumental de $648 mil millones, un golpe devastador que marca un cambio radical en el comercio global. La alianza BRICS, compuesta por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, ha declarado el fin de la era del dólar como rey indiscutible del comercio internacional. En los últimos nueve meses, más de la mitad de las transacciones dentro de este bloque se han realizado fuera del sistema del dólar, predominando el yuan chino.
Este cambio no es solo un fenómeno pasajero; es un signo alarmante de la erosión de la influencia del dólar, que durante décadas ha sido sinónimo de estabilidad y hegemonía. En marzo, el uso del dólar en transacciones entre países BRICS cayó al 41.4%, una caída estrepitosa desde más del 70% hace apenas cinco años. La Administración General de Aduanas de China ha confirmado que las transacciones transfronterizas alcanzaron un récord histórico, consolidando esta tendencia hacia un nuevo orden comercial.
Mientras tanto, el gobierno estadounidense, alarmado, se encuentra en una situación desesperada. Fuentes diplomáticas revelan que el expresidente Donald Trump ha intentado establecer contacto urgente con el presidente chino, Xi Jinping, no para negociar, sino para frenar la fuga del dólar como moneda de reserva. Esta situación crítica se agrava con la venta masiva de bonos del tesoro y un aumento vertiginoso en el costo de endeudamiento.
Los BRICS no esperan permiso para avanzar. El Banco Popular de China ha lanzado servicios financieros en yuanes, y el nuevo Banco de Desarrollo del bloque ha incrementado su cartera de préstamos, desafiando la influencia del FMI. Con un crecimiento económico en países BRICS que supera al de Estados Unidos, la pregunta resuena: ¿qué pasará si las economías emergentes ya no necesitan a EE. UU.?
La caída del dólar ya no es una posibilidad remota; es un riesgo estructural creciente. La participación extranjera en las subastas de bonos estadounidenses ha caído drásticamente, y si esta tendencia continúa, Estados Unidos podría enfrentarse a un sobrecoste de cientos de miles de millones de dólares en intereses. El tiempo se agota, y el mundo podría estar al borde de una transformación financiera sin precedentes.