La selección peruana de fútbol ha caído en la vergonzosa eliminación de las eliminatorias mundialistas tras un desastroso empate 0-0 contra Ecuador en el Estadio Nacional de Lima. La situación ha desatado una ola de críticas hacia la Federación Peruana de Fútbol y su presidente Agustín Lozano, quien, junto a Juan Carlos Oblitas, es señalado como uno de los principales responsables de esta debacle deportiva.

El equipo, que contaba con una de las oportunidades más accesibles en la historia de las eliminatorias sudamericanas, ha fracasado estrepitosamente en su intento por clasificar. El estado deplorable del campo de juego ha sido solo un factor en una serie de decisiones cuestionables que han llevado a la selección al borde del abismo. La controversia comenzó cuando la dirigencia traicionó a Ricardo Gareca, el exitoso entrenador que había llevado al equipo a la Copa del Mundo, para luego nombrar a Juan Reynoso sin una evaluación adecuada de su capacidad.

La falta de coherencia en las alineaciones y la incapacidad de generar un juego ofensivo han sido evidentes en los 14 partidos dirigidos por Reynoso, quien nunca repitió una formación. Su abrupta salida, seguida por la llegada de Jorge Fosati, solo ha profundizado la crisis, dejando a los jugadores desmotivados y sin rumbo. La elección de Óscar Ibáñez como nuevo técnico parece no ser suficiente para revertir la situación crítica que enfrenta el fútbol peruano.

Los hinchas exigen respuestas y una reestructuración profunda que devuelva la competitividad a la selección. La gestión de Lozano y Oblitas ha sido calificada de destructiva, y la preocupación por el futuro del fútbol en Perú crece a medida que se cierran ciclos y se despiden jugadores clave. La pregunta que queda en el aire es: ¿podrá la Federación aprender de sus errores y construir un nuevo camino hacia la gloria? La afición, decepcionada y frustrada, espera respuestas inmediatas.